La palabra “crisis” siempre ha tenido para mí una connotación negativa, pero acaso ¿siempre es así? Hace unos meses mientras estaba platicando con mi mamá por Face Time, mi mamá me dijo de repente: “Montse, deja de quejarte, ¡te pareces a una francesa!”. Tengo que admitir que me quedé muda y tuve que tomarme un momento antes de seguir conversando. Después de 7 años viviendo en Francia, suelo hablarle a mi familia de lo mucho que se quejan los franceses día tras día. Al escuchar el comentario de mi mamá me detuve para asimilar lo que acababa de suceder. Mi mamá me echó en cara que yo estaba haciendo justamente lo que tanto critico de la cultura francesa.
Creo que el comentario me molestó primero, porque soy mexicana y hago un esfuerzo todos los días por ser positiva a pesar de que mi familia me hace falta todos los días y segundo, porque sí estaba siendo demasiado negativa. Después de mucho pensar, me di cuenta de que después de tanto tiempo viviendo aquí terminé por asimilar la cultura francesa sin darme cuenta. Quejarse es en realidad un verbo muy necesario para todos, nos ayuda a defendernos cuando algo es injusto, también ayuda a las empresas a crecer y a mejorar sus servicios. Sin embargo, quejarse en exceso puede llegar a ser insoportable para las personas que nos rodean. Imagínese que la persona sentada a un lado de usted está triste, deprimida o mal (por razones que no conocemos), si usted empieza a quejarse sin medida lo único que esto va a ocasionar es empeorar las cosas para dicha persona. Por el contrario, si usted está sentado junto a una persona alegre, de buen humor y que trabaja en completa tranquilidad, si usted empieza a quejarse terminará arruinando la paz y la tranquilidad de esa persona. Creo que es muy importante hacer un esfuerzo por respetar el espacio y la atmósfera de las personas que nos rodean, después de todo vivimos en sociedad. Ese día al hablar con mi mamá me di cuenta de lo mucho que Francia me ha cambiado en estos últimos 7 años, pero nunca me di cuenta de cuánto…
Livre: "DICTIONNAIRE INSOLITE du Mexique" - René PALACIOS
En Francia soy “la mexicana” y en México soy “la francesa”. En ocasiones me cuesta trabajo encontrar mi lugar en cada cultura, a este sentimiento le llamo mi pequeña crisis de identidad, la cual puede llegar a ser muy fuerte y difícil de explicar a aquellas personas que nunca han emigrado a un país extranjero. En Francia, me la paso defendiendo y hablando de mi país de origen con todos aquellos que muestras curiosidad. Trato de compartir lo que más amo y extraño. Me encanta comparar los dos países y tomar de cada uno lo que más amo culturalmente hablando. Cada vez que regreso a México para visitar a mi familia, a veces siento como si estuviera fuera de lugar, como si fuera extranjera. Mi forma de pensar ha cambiado y ya no es compatible con la forma en que mis hermanas piensan, en ocasiones escucho cometarios como: “Ya vas a empezar…” o “Las cosa no son así”. En un principio esto me molestaba, ahora lo tomo como un cumplido.
Sí, un cumplido, porque todos los días tengo la suerte de ver el mundo desde una perspectiva cultural diferente que no solo me aporta una ventaja a nivel profesional pero también personal. Hoy, presto mucha atención a las características que definen a cada país (en mi caso Francia y México) y que según yo me ayudan a ser una mejor persona, alguien que sepa respetar y apreciar la diferencias culturales de cada persona que cruza mi camino. A partir de ahora solo tomo lo mejor de ambos países para mi crecimiento personal.