MAESTRIA «GRANDE ECOLE» EN ADMINISTRACION

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Hace unas semanas atrás hablé con la señora Sophie Gosselin, delegada general de la «Fondation Montpellier Business School pour l’égalité des chances» y no pude ocultar mi alegría cuando me comunicó que este año la Comisión Ejecutiva había decidido, por tercer año consecutivo (en 2017 fue Perú y en 2018 Venezuela) otorgar la beca de estudios de Maestría en Administración a otro país de Sudamérica : Bolivia.

En el marco de su política de igualdad de oportunidades, la escuela superior de comercio “Montpellier Business School (MBS)”, ofrece diferentes soluciones de financiamiento a estudiantes de mérito por su destacada excelencia académica, dificultades económicas en el hogar y un óptimo perfil personal y profesional, a fin de poder realizar estudios superiores de Maestría.

En agosto voy a cumplir dos años viviendo en Francia gracias a la beca. Todavía me parece que fue ayer cuando llegué a Montpellier al sur del país a 349 km de Barcelona (en el Mar Mediterráneo). Estaba bastante emocionado porque mi sueño de conocer París iba a ser realidad; pero a la vez tenía muchas dudas y temores.

Jamás me hubiera perdonado si me dejaba intimidar por mis miedos. Además, dadas mis circunstancias en el Perú no me podía dar el lujo de siquiera pensar en esa posibilidad. Al menos tenía que intentarlo, por lo menos, dar absolutamente todo de mí porque estaban en juego mis propios sueños. Asimismo, el motor de todo esto ha sido mi familia quienes hoy se sienten muy felices por mí, aunque les dolió profundamente dejarme volar y vivir lejos de su cariño.

Efectivamente, era cuestión de tiempo. La primera semana fue para organizarme. Conocer los alrededores de la residencia estudiantil donde vivo (la Fundación hiso los trámites de mi alojamiento). Buscar direcciones de mercados y supermercados, panaderías y otras tiendas. Ir a la Oficina de Información y Turismo. Conocer la ruta de la Universidad. Comprar algunas cosas para la habitación y la cocina.

La señora Sophie (quien habla español e inglés) fue a recogerme al Aeropuerto en Montpellier. Esa noche cené en su casa y al día siguiente fuimos en su auto a la residencia. Mientras manejaba me proporcionaba información sobre la Universidad, la Fundación, la ciudad (información que yo ya había buscado antes) y me explicó también sobre el transporte que era algo importante. Ese día me dio dinero en efectivo hasta que pudiera abrir una cuenta en el banco, donde mensualmente la Fundación me depositaría mi pensión.

En Perú había participado en un taller de preparación al viaje organizado por Campus France en Perú. A mi llegada a la Universidad unos días después, el Departamento de Admisión Internacional organizó charlas informativas sobre los trámites de la visa, el seguro médico, la CAF (beneficio de ayuda de pago al alojamiento), el transporte y la apertura de una cuenta bancaria. Además realizaron una serie de actividades de encuentro e intercambio estudiantil, así como las clases de francés intensivo en las mañanas, antes de empezar las clases de Maestría.

Empezaron las clases y poco a poco me fui adaptando e integrando a mi nueva vida, mi nueva casa lejos de la mía. Así como Dahiana también fui conociendo otros amigos de países latinos: Chile, El Salvador, México, Colombia. El tema del idioma no era una barrera como pensaba. Mis conocimientos en inglés me sirvieron para entablar conversación con algunos estudiantes europeos, africanos y asiáticos.

En general, el primer semestre y el primer año de la Maestría no fueron tan difíciles como pensaba. Eso gracias al apoyo y al buen trabajo en equipo con amigos como Dahiana y Chantal, dominicanas, con quienes trabajé en grupo en los cursos de Recursos Humanos, Control de Gestión, Precio y Distribución, Finanzas, Gestión de Marca, Comunicación Integral y Marketing, etc. Aunque tenía temor a los cursos que tuvieran fórmulas matemáticas y números, al final terminé satisfecho gracias al método de enseñanza basado en la teoría y la práctica, con ejercicios que después resolvía en casa. Además si no entendía algo, entonces esperaba al final de la clase para preguntar a los profesores, quienes estaban encantados de ayudarme.

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